Cientos de personas protestan en contra de la secretaria de Justicia, Wanda Vázquez Garced, EFE

NUEVA YORK.- Puerto Rico, la última colonia de Latinoamérica, acaba de regalarnos un manual de civismo y activismo político para enfrentar exitosamente la corrupción que corroe a nuestros pueblos. En 14 días que conmovieron la isla, los boricuas forzaron la renuncia de Ricardo Rosselló, un gobernador corrupto y arrogante, sin tirar piedras, sin quemar neumáticos.

 

Diariamente, cuando terminaban de trabajar, se manifestaban frente a la sede del gobierno, demandando la renuncia del gobernador. Demostraron que no hay que desestabilizar la economía ni la política para destituir un gobernante, que basta con manifestarse de manera consistente, persistente y disciplinada, nada más.

 

 

Los boricuas demostraron lo que todos sabemos, los gobernantes son empleados del pueblo, no reyes avasallantes y, cuando el soberano empleador lo decide puede despedir al empleado. En Borinquen surgió un movimiento orgánico, horizontal y cívico, sin líderes ni políticos manipulándolos.

 

Durante muchos años, los llamados pueblos soberanos de Latinoamérica, miraban a los puertorriqueños con una mezcla de simpatía y desdén. Creían que los boricuas, por ser colonia, eran mantenidos, no tenían dignidad.

 

Hace mucho tiempo, Rubén Berríos y su Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), enarbolaron la consigna determinista, “Cupones Contra Cojones”. Muchos boricuas aún viven de cupones.

 

Hoy, ese pueblo de “mantenidos”, le dio a toda Latinoamérica un ejemplo y una lección de civismo y de dignidad nacional. Nos demostraron que cogieron los cupones, y que también tienes “cojones”, echaron al gobernador Rosselló.

 

Y demostraron de paso, que las consignas deterministas, por hermosas que suenen en su momento, son fracasos históricos.

 

En Egipto se inventó, durante la Primavera Árabe del 2011, el modelo que los boricuas replicaron. Puerto Rico, tu ejemplo inspirará a nuestros pueblos, gracias por iniciar la Primavera Latinoamericana.

 

No tenemos que soportar líderes corruptos y  arrogantes, sin líderes  ni desórdenes, podemos expulsarlos, siguiendo el ejemplo boricua.