Por: Guillermo Siles Paz, OMI

Bolivia  – Cuantas veces encontramos personas que les gustaría saber, con precisión, los orígenes de la semana santa, que esta pronta a celebrarse. Evidentemente no hay ese dato porque estas celebraciones son producto de la tradición de la iglesia que se va configurando poco a poco después del hecho real, la vida de Jesús que fue muerto y resucitado.

Las fechas los podemos concretar cada año. La semana santa se celebra exactamente en los días en que cae la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Sabemos que la semana santa se mueve y esta es la razón de dicho movimiento, cambia de fecha y ya sabemos por qué lo hace cada año. Lo celebramos justo en la misma semana de la pascua judía: la pascua es la fiesta ordenada por Yahvé (Lev. 23: 27-44). Por eso que en la sagrada escritura no hay ninguna referencia sobre la celebración de la semana santa y que éstas fechas son puesta por la tradición de la misma iglesia.

De hecho, la iglesia cristiana católica empezó en un periodo de persecución hasta afirmarse como institución. Mientras tanto la Iglesia se fue gestando poco a poco hasta llegar a ser en el siglo IV, ya muy bien instituida, y con esa mirada de vivir y rememorar la vida de Cristo que esta expresada en varios relatos bíblicos.

La iglesia quiso que se estructure en las fechas y sentidos para comprender el sentido de Jesús en la historia y en su imagen salvífica. Por eso hay una sintonía en la vivencia de los 3 días. Encontramos a Jesús, que hace su despedida y comprende el sentido de su entrega y asimila la necesidad de hacer la voluntad de su padre. Obviamente por encima de muchos sueños e intereses particulares. La última cena se constituye en el momento de la construcción, es el punto de partida de la salvación.

Los relatos de la cruz están en la biblia de diversas formas, pero para darle un sentido de la mirada de salvación, en el tiempo, se han estructurado, se han dado los énfasis, de tal forma que podamos sentir de cerca a este Jesús que paso por la cruz.

La semana santa, coincide con la última semana de vida de nuestro Señor Jesucristo, antes de ser entregado en manos de pecadores y derramar su sangre por amor. Así Jesús limpiará del pecado a todo ser humano que le reciba como su Señor y Salvador. Por eso, la tradición cristiana, contribuyó al vivir las practicas rituales para unirnos a Cristo.
Sera el pueblo quien inaugure esas grandes procesiones que hoy ya están ancladas en la historia de los pueblos. La iglesia católica justifica el origen de las procesiones con la pascua judía y dicen que las procesiones tienen su origen en: la pasión de Cristo tal y como se relata en los Evangelios. Las procesiones o romerías simbolizan diferentes eventos desde la entrada de Jesús en Jerusalén hasta su resurrección.

Lo que, si tememos bien claro, es que la pascua celebrada por los judíos sigue las fases del calendario lunar. La pascua se conmemoraba el primer mes del año judío, es decir, en primavera y de forma muy específica en la primera noche de luna llena. La razón de que se mueve, además de esta, es que el calendario judío es distinto del nuestro.

Siendo así, la semana santa es generalmente en marzo o abril, siempre dependiendo de las fases lunares que duran 28 días, mientras que nuestro calendario se basa en el sol y las fases duran 30 días. La semana santa se mueve por estas razones y es verdad que Jesús murió en la fecha que le corresponde a esta semana, pero no hay ninguna referencia bíblica para el tipo de celebración, ni de procesiones. No podemos definir los hechos así de tangibles.

La tradición de la iglesia, parte de la tradición y fe de los primeros cristianos. El testimonio de vida y entrega por Cristo marca la misma identidad de un Jesús que da y se dona. Ya con el tiempo esta tradición se fue estructurando porque permite paso a paso, unirte a la pasión muerte y resurrección de Cristo. A eso pongamos, ciertamente el pueblo genera una práctica, que hoy ya está anclado en el sentido de muchos católicos.

El ser humano suele aferrarse a sus costumbres y tradiciones que forman parte de su herencia cultural, pero si investigamos sus verdaderos orígenes y las confrontamos con las creencias cristianas o de otro tipo que tengamos, siempre tendremos la impresión cronológicas. Por eso aquí es la fe que se constituye en la esencia de mirar a Cristo en toda su dimensión. Está muy claro, para no vernos sorprendidos al saber la verdad. La Biblia pone, en el antiguo testamento, la Alianza de Dios Padre con su pueblo, y el Nuevo testamente enmarca la nueva alianza en Cristo Salvador.

El Pueblo se predispone a vivir la Semana Santa, no está preocupado por las fechas y horas o sus orígenes, sino porque su sentido permite conocer la Vida misma, de quien sería nuestro salvador, Jesucristo el Señor.