A medida que el brote del Coronavirus se convertía en una crisis de salud pública mundial, nuestro país, República Dominicana, muy lejos de esa realidad, no creía en rumores ni en secreto a voces sobre la posible llegada del implacable virus chino.

“Eso es una batalla de intereses e influencias entre Estados Unidos y China”, decían los teóricos locales.


“Eso no llega aquí muchacha, no hay conexión aérea entre China y nosotros”. “Eso es una simple gripecita” y bla bla bla… Las advertencias las tildaron de exageración y minimizaron el impacto del Covid-19.

En un abrir y cerrar de ojos nuestro mundo cambió…
Cuando despertamos con la nueva realidad que nos tocaba vivir; tiempos de estrés, ansiedad, desinformación, miedo, distanciamiento social y mortandad, es lo pasa día tras día, es la cara negativa de esta crisis y lo sufrimos mucho, aunque no todo es tragedia.

En este proceso hemos aprendido a lavarnos bien las manos, pero también el corazón; el orgullo ha ido disminuyendo con altos decibeles de bondad. Este ajuste por la crisis nos está enseñando el valor de la cercanía, de la familia, de la educación, de la amistad, la ayuda mutua en momentos de adversidad, de la fragilidad humana, de la fortaleza espiritual, de la salud y la vida, del orar todos por todo.


El Covid-19 llega para fomentar el trabajo en equipo, la integración de nuestras autoridades, médicos, personal de salud, policías, militares, bomberos, todas las personas que salen y arriesgan sus vidas para que tú y yo estemos bien en casa.

El mundo despertó, el mundo está cambiando, ya comienza a respirar nuevos aires sin contaminación, tal parece que la cuarentena ha traído un efecto positivo, casi de inmediato. Las imágenes satelitales publicadas por la NASA y la Agencia Especial Europea muestran una reducción dramática del dióxido de nitrógeno emitido por los vehículos y plantas industriales, tenemos un cielo más limpio y azul. La naturaleza a vuelto a las grandes ciudades…

Y a medida que las calles se vacían y se impone el toque de queda, así se van creando ambientes más limpios y silenciosos, dando seguridad para que la fauna salga a explorar, esos ecosistemas que un día habitaron.

Se han visto en los últimos días, como pequeños peces y cisnes recorren libremente las aguas ya cristalinas de los canales de Venecia. En España se ven en las calles cabras, jabalíes, pavos salvajes y hasta un oso pardo. En Italia aparecieron delfines en cerdeña. En Londres, zorros. En Japón, ciervos. En Estados Unidos, coyotes. En territorio dominicano muchos peces aparecieron a orillas de la playa del kilómetro 13 de la Autopista Sánchez, dejando a todos los residentes en el asombro.

“Cuando volvamos a abrir la puerta, no buscaremos más un propósito para vivir, sino que simplemente viviremos”. Piénsalo…