Por Galeno Labrador

Como adultos tenemos total libertad para elegir nuestro estilo de vida, credo o filosofía. Los críos deben crecer y decidir después. Es un total contrasentido intentar adoctrinar a los niños sobre preferencias sexuales, cuando a sus tiernas edades lo que deben es recibir amor y protección de sus padres y educación en valores.

Los defensores de la ideología de géneros usan argumentos y comparaciones baladíes comparando su derecho a imponer su credo, al hecho de que los padres llevan sus hijos a las iglesias donde son adoctrinados, pero, pasan por alto de que así como los animales educan a sus hijos ensenándoles lo necesario para la supervivencia, los padres humanos, tienen el deber de hacer lo propio con sus vástagos. La formación moral y religiosa en el seno del hogar es la base o el fundamento para el establecimiento de los valores humanos que hacen posible el ordenamiento social.


Valores tales como: Respeto a los padres y ancianos, a los bienes y propiedades ajenos, solidaridad, fraternidad, amor a la familia, entre otros; se aprenden en el hogar, el cual es la primera escuela del niño.
Solo la madre que alberga una criatura en su vientre y el padre que engendra y cuida de manera responsable a sus hijos, tienen el derecho a decidir sobre el tipo de educación y/o formación que han de recibir sus hijos.


Quien pudiendo engendrar decide no hacerlo o pudiendo parir reniega de ello; no tiene calidad moral para hablar sobre educación y valores familiares, y mucho menos querer imponer normas y principios ajenos a la manera de creer, vivir y pensar de los padres.
Por eso yo también grito: ¡CON MIS HIJOS NO TE METAS!