Grisbel Medina

Fuente: listindiario.com

Columna: Sonajero

Por Grisbel Medina R.

Hace más de una década, el exdiputado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Julio Romero, se enfrentaba a una demanda de pensión alimentaria del hijo de la adolescente que él acosó camino a la escuela. A pesar de las críticas por embarazarla -que no emanaron del Congreso- el “flamante” legislador se mantuvo firme en la sombra de su ego. Y para defenderse alertó a sus compañeros de cuidarse «de las menorcitas».

Precisamente una “menorcita”, de las referidas por Romero, ¿embaucó? a un poderoso jefe policial, con despacho confortable y flotilla de lujo en Santiago.

El oficial que aspiraba a ser director general de la Policía Nacional es el general José Acosta Castellanos, un hombre que repetía en la plaza cibaeña.

Hoy, Acosta Castellanos, junto al coronel Ángel Antonio Bautista Piña, cumplen prisión preventiva por tres meses como medida de coerción tras ser acusados de abusar sexualmente de la adolescente que les «embaucó».

Los policías y militares están acostumbrados a ordenar. Cuando la jefatura establece un dispositivo de seguridad en Moca o hacer “yuca” en Puerto Plata, no repara en dónde cenará o comerá el policía.

Ni un vaso de agua tiene seguro el raso, cabo o sargento asignado al servicio. Indirectamente le dan permiso a buscársela como sea.

De esa misma condición de vulnerabilidad se aprovechan hombres fuertes de la policía, la milicia y el comercio, quienes compran la piel de nuestras muchachas con ropita, un frasco de perfume o una nevera para la madre.

No muy lejos de usted hay un montón de adultos que pueden ser abuelos de las niñas y adolescentes que tienen “mudadas” con complicidad de sus familias.

Un delito disfrazado con sacos de arroz como el de la joven de 15 años golpeada y obligada a convivir con el diputado del Partido Revolucionario Moderno (PRM) por Villa Vásquez, Bernardo Alemán, de 62 años.

La adolescente en cuestión no embaucó a ningún general. No es “error” el cometido por el general y el coronel. Eso es un delito.

Como dice Zobeyda Cepeda, las mujeres no necesitamos ser santas para ser respetadas, basta con ser humanas.