Por Jessie Cepeda De Jesús
Estudiante de Periodismo de la UASD

Jessie Cepeda De Jesús
Estudiante de Periodismo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo

La contaminación es causa de alarma desde hace mucho tiempo, empezando con la preocupación respecto al efecto invernadero causada por la emisión de gases tóxicos. Ahora la situación se agrava con todos los desechos que arrojamos hacia nuestros océanos que hacen un daño incalculable a la vida marina, más de lo que podemos imaginar.

El principal desecho amenazante es el plástico, un producto artificialmente elaborado, a bajo costo de producción que ha facilitado la comercialización de artículos,  pero donde hay un grave problema; este producto no es biodegradable, sin embargo, hay que eliminarlo de alguna manera y tristemente los grandes empresarios han decidido tomar como zafacón nuestros océanos. Se habla de que ya existe un continente de plástico.

El daño de la basura a los animales marinos es colosal, no es extraño ver en la prensa imágenes de ballenas muertas a causa de intoxicación por plásticos almacenados en su organismo, así mismo como aves que también buscan su alimento en el mar.


Los desperdicios humanos que acaban en las aguas, contaminan todo ese ecosistema y provocan la progresiva desaparición de especies. Por supuesto, que todo este problema nos afecta a los seres humano, pues nosotros también nos alimentamos del mar. Y ¿Qué sucede si los pescados que consumimos están impregnados de toda la toxicidad presente en los océanos? Pues sin lugar a dudas, esto causará serios problemas en la salud pública o nos veremos forzados a dejar de consumir mariscos y abandonar culturas culinarias de siglos.

La producción pesquera se ha visto afectada y seguirá reduciéndose, puesto que los pobres pescadores solo atrapan basura en sus redes y esto afecta los ingresos de sus familias creando todavía más problemas.

La contaminación marina cala naturalmente sobre tierra porque ese vapor de agua que componen las nubes cae en forma de lluvia ácida y afecta las cosechas de los agricultores y acarrea enfermedades en animales y seres humanos.

Otro enemigo mortal de los océanos es el petróleo vertido por las plantas que destruyen con la vida de las ballenas, los delfines, las tortugas y un sinfín  de especies que forman parte de la cadena alimenticia.

Debemos crear conciencia de que los océanos son parte de nosotros, que son nuestro tesoro más extenso, que no podemos vivir sin ellos y que esos plásticos no van a desaparecer por tirarlos al mar. Debemos encontrar alternativas biodegradables que nos permitan prolongar la vida de nuestro planeta antes de que sea demasiado tarde.

Propuestas para reducir el uso de plástico. 

  • Una forma sencilla, es rehusarnos a utilizar bolsas plásticas,
  • Ir al supermercado con bolsas reusables,
  • Empaquetar los alimentos en materiales biodegradables como el papel,
  • Recoger los desperdicios que veamos en las costas,
  • Convertirte en una voz concientizadora a través de tus redes sociales,
  • Apagar las bombillas y otros artefactos consumidores de electricidad que no estés usando,
  • Involucrarte en organizaciones que apoyen los océanos,
  • No verter pinturas ni otros fluidos contaminantes por el desagüe.

Te invito a tomar algunas de las infinitas iniciativas que surjan de tu creatividad para que puedas ayudar a construir el mundo sin contaminación que todos soñamos.