«La iglesia como institución representa un poder, cuya gloria ha permanecido por los siglos de los siglos y con ella, su hijo favorito, el machismo».

 

Por: Luis D. Flores
Estudiante de Periodismo, UASD

Luis D. Flores. Estudiante de Periodismo, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

La Real Academia Española define el machismo como “Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. También es concebido por la misma como “Forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”, y a pesar de ser una mala práctica que excluye y maltrata a un grupo específico, es tan cotidiana como respirar, aquí aplica el refrán “La costumbre hace ley”, sin embargo, eso no significa que sea irreprochable, no lo es.

Este cáncer que no corrompe el cuerpo, sino la mente, se encuentra presente en todas partes del mundo, en las distintas esferas de la sociedad, daña a ricos y a pobres, quiere burlarse de Dios, se establece en las mentes de los representantes del Todopoderoso en la tierra, la iglesia, para oprimir a las que por derecho son hijas del cielo.

La iglesia como institución representa un poder, cuya gloria ha permanecido por los siglos de los siglos y con ella, su hijo favorito, el machismo. Ese «malnacido» ha heredado su organización, pues, el gobierno absoluto de la religión católica lo preside un Papa, siempre ha sido así, no ha cambiado, no cambiará. Quienes le siguen en esta jerarquía son los cardenales, quienes ayudan al Vicario de Cristo en su trabajo. Los obispos tienen la responsabilidad de enseñar, santificar y gobernar, estos también son hombres.

Tal parece que la única figura femenina importante en esta institución religiosa son las monjas, y deben obedecer una serie de reglas impuestas por la máxima autoridad, desde el celibato hasta asumir la pobreza (las monjas hacen tres votos: Obediencia, Castidad y Pobreza)  y  además de un aislamiento total del mundo exterior, y hablo aquí de las monjas de clausura, porque hay las monjas-religiosas consagradas, que comparten en las comunidades realizando trabajos de evangelización, pero en ninguna orden religiosa de monjas, hay una «Mama», no existen «las cardenales» ni «las obispas».

Sin embargo, en la Iglesia Anglicana, han dado un paso significativo e histórico hace muchos años atrás, ellos han institucionalizado la ordenación sacerdotal de mujeres, y el máximo logro, mujeres Obispas!. En esta iglesia sí las hay, pero aún así, siguen siendo pocas las mujeres y hace falta mayor presencia y empoderamiento.

En 2008, el excardenal Nicolás De Jesús López Rodríguez cuantificó 500 parroquias y 600 sacerdotes en República Dominicana, un número que supera por mucho al número de monjas. Para esta fecha, estas cifras han aumentado. Es una realidad que tanto los sacerdotes como las monjas deben prepararse intelectualmente, es una obligación hacerlo, todo con el fin de dedicarse al trabajo del Señor.

En ese sentido, uno puede creer que hay equidad, que la religión se interesa por el conocimiento de sacerdotes y monjas, de todos por igual, sin embargo, la organización de la misma es un vivo ejemplo de que los hombres son los que mandan. -Tal vez Dios creó los conventos para que las mujeres pudieran aceptar el machismo-.

Esta conducta que se transmite de generación en generación, no solo es el pan nuestro de cada día en el catolicismo, también es alimento en las iglesias protestantes, quizás de una forma más sutil, puesto que en la organización de las iglesias evangélicas sí existen pastoras, y en el cuerpo oficial o diáconos, a menudo llamados ‘ancianos’, también está compuesto por mujeres. Aunque estas son una minoría, tanto en el rol de «ángeles de la iglesia» como en el de «diaconisas».

En esta denominación, es común que a las esposas de los pastores se les llame «pastoras» sin que lo sean necesariamente, solo por encontrarse al lado de un hombre que dirige el redil, y esto es una forma de machismo. De hecho, cuando los miembros de la congregación se acercan a estas por consejos o sugerencias sobre algún tema específico, ellas refieren al pastor, como el poseedor de todas las respuestas, como el único sabio, al final de todo, fue el Creador quien lo puso ahí.

Lo dicho anteriormente podría sonar alentador y hasta justo en cierto sentido, ya que en la Iglesia del Séptimo Día, el concepto «pastora» no existe. Cuando se le preguntó a una practicante de esta iglesia sobre la organización de la misma, con un gesto despectivo dijo: “Eso no se usa allá”. ¿Por qué no? ¿Quién lo dice? ¡No es justo!.

El machismo en la cultura religiosa responde al hecho de seguir a ciegas el manual infalible, la Biblia, la palabra de Dios, que en más de un texto incita a la supremacía del hombre sobre la mujer. Pasajes como 1 Pedro 3, sus primeros versículos, son prueba de que las féminas deben obedecer a sus maridos, como si estos fueran los padres y no compañeros de ellas. Hasta sus vestimentas deben ser de una manera determinada, sin observancia de cómo debe ser la vestimenta masculina. De los siete versos, solo uno va dirigido a los hombres, invitándolos a tratar a sus esposas como «vasos frágiles».

He aquí de forma íntegra el texto bíblico:
Deberes conyugales
1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,
2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,
4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;
6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

Muchas sectas religiosas suprimen el derecho de las mujeres de expresarse libremente en las congregaciones, basados en 1 Corintios 14:34-35.
34 vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

Me pregunto: ¿Qué Dios tan empeñado en apagar las voces de las mujeres es este? ¿No puede perdonar él, que Eva haya comido del fruto prohibido? ¡Adán también lo hizo!.
Me atrevo a decir que en el «libro negro», el machismo debe enseñarse de generación en generación, en las congregaciones. Así lo expresa Tito 2:
Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien;
4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,
5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

Se podrían citar otros casos que avalan la presencia inagotable del machismo en las distintas religiones, pero en este momento podemos hacer mención de que la Biblia Reina Valera, que tiene 66 libros, solo dos llevan nombres de mujeres, solo dos están dedicados a ellas, Rut y Ester .

Es cierto que hay varios pasajes bíblicos que hacen honor a las mujeres, como es el caso de Sara, Noemí, María, la madre de Jesús, María Magdalena, Débora, entre otras,  mas no se compara a todos los nombres de varones exaltados.  Se necesita de una desconexión total de lo místico y tomar acciones para dejar desnutrido a este «maldito» machismo operante en las iglesias,  que ha nacido para «chuparle» las esperanzas a las mujeres.