Dominga Valdez, Periodista

Por Dominga Valdez

Me paré a saludarlas como siempre, compatriotas fajonas, en lo que aparezca, se quedan muchas veces sin dinero para justificar sus ausencias de tantos años, ante unos hijos que a veces no valoran nada allá en sus pueblos, hasta las acusan de abandonarlos. Eso me cuentan ellas llorando.

Caminan con sus cuerpos caribeños, cabellera amarrada y en ella dos líneas de pelo humano postizos, o sea (extensiones), porque aquí en Puerto Rico, hay melenas por doquier . Caminan temprano muy apresuradas, solo con café en estomago muchas veces porque las deja la guagua o el tren para llegar temprano a sus trabajos de domésticas o cuidadoras de envejecientes.
Las veo por Río Piedras, Santurce, Villa Palmeras, Bayamón, Caguas, Río Grande, Fajardo, Loiza.

También en Mayaguez viven, trabajan en Guaynabo City y Los Paseos, en el Auxilio Mutuo, cuidando pacientes sin ser enfermeras, realizando tareas de acompañantes, exponiéndose a todo tipo de bacteria que conviven en todos los centros hospitalarios del mundo.

«Uno hace de todo oficio querida, hay que buscarse los pesitos, ya estamos aquí, nos arriesgamos y llegamos vivos», expresó Juana mirándome a punto de llorar.

Sólo la abracé ¿Qué podía decirle en ese momento?
«Encontraron a Fátima casi asfixiada por inhalar detergentes abrasivos, la encontraron en el piso con poca respiración, allá en Monte Hiedra, limpiando una casa con 4 baños», me contó Quika.

Me enteré que un jefe quiso manosear a Mary Méndez, pero la sureña lo denunció y tuvo que reconocerles sus años de trabajo donde les violaba sus derechos aunque no tengan papeles o estatus regular migratorio.

 

Quizás el que no emigrado desconoce el pesar de tantas dominicanas no sólo en Puerto Rico, el que no ha dejado su país, habla sin saber las situaciones que tienen que pasar nuestras hermanas quisqueyanas regadas por todo el mundo, buscando únicamente el bienestar de su familia.

Felicidades hermanas, todos los días las felicito y me quito el sombrero ante sus esfuerzos por ser madres aunque sea en la distancia.

Ya hay muchas enfermas y así se van a trabajar.
La tristeza, su eterna compañía aunque maquillan sus rostro, esa nostalgia las arropa y aniquila lentamente.

Después del paso del huracán María por la isla del encanto, es que la situación se ha puesto difícil para todos, imagínense que han despedido decenas de dominicanas, porque hasta sus propias jefas quedaron desempleadas y emigraron al estado de La Florida.

En el Día Internacional de la mujer, mis abrazos muchachonas, esas que aún sueñan volver como Juanita, con sus maletas llenas de regalos hasta pal’ primo que le prestó el dinero del viaje.
Ya honestamente no es prioridad traer a sus hijos a Puerto Rico, pues la piña continúa muy agria en la isla del encanto y el plan B, si hay amnistía, es regularizarse y marcharse a los Estados Unidos.

No les digo nada, pues es otro sueño que no sé si quede trunco o puedan obtener luego de tantos años sin documentos, esa ansiada residencia, una espera que les roba lo más preciado su salud.