Por Grisbel Medina

Ayer, mientras el semáforo estuvo en rojo, el vendedor ambulante tocaba el brazo de una adolescente montada en la cola de un motor. Rozaba y le hablaba alternando la vista a su cara y a la piel que sus manos recorrían. Me atreví a decirle que aquella acción perpetrada a la luz pública, a los ojos de todos, tenía nombre: era acoso. Y antes de soltar el grueso de palabras impublicables, me dejó claro que aquella muchacha “era su amiga”.

El acoso es un delito que la cultura dominicana disfraza de galanteo y de piropo. Acorralar y perseguir una mujer con la excusa de que me gusta o está bonita, es una agresión y también el primer paso a la violación sexual, cuyas estadísticas en el país son altísimas y no reparan en edad.

Además, que sea su amiga ¿le da permiso a tocarle la piel sin su consentimiento? ¿Le da derecho a insinuaciones indecorosas? El episodio que ayer transcurrió ante mis ojos, se repite en oficinas públicas y privadas; en la casa, escuelas, universidades. El acoso, un delito que no se asume como tal, está muy presente en nuestra cotidianidad. Conozco muchos casos en que hombres con poder de decisión han cerrado las puertas laborales a mujeres que no aceptaron “salir” con ellos. La perversidad sexual prevalece.

Hoy, desde Hollywood, repica un clamor que inició con una denuncia de acoso y violación de parte de un productor poderoso en la meca del cine. A la voz que se atrevió le siguieron otras mujeres también víctimas de Harvey Weinstein, el hombre fuerte que resultó ser un abusador sexual.

Ha sido importante saber que más de 300 mujeres influyentes en Hollywood encabezan un proyecto para enfrentar el acoso sexual en el trabajo, sin obviar aquellas que laboran en lugares menos glamorosos que la alfombra del cine. “Instamos fervientemente a los medios que cubren las revelaciones de personas en Hollywood, a pasar el mismo tiempo sacando a la luz las experiencias de personas que trabajan en oficios menos valorados”, se pudo leer en el manifiesto de la campaña “Time’s Up”.

Sin duda se acosa frente a nuestras narices. Cada voz es importante para frenar esta ola de hostigamiento de carácter sexual. #YanoMás

FUENTE:  COLUMNA EL SONAJERO DEL LISTIN DIARIO