La especie humana ha vivido millones de años, y en ese proceso ha ido evolucionando, superando estadíos, momentos críticos de la historia y de avance en avance ha llegado hasta el momento presente.

Es mucho el cúmulo de historia que ha pasado en todo ese tiempo. Es mucha la memoria que ha quedado, dado la práctica de la repetición constante de conductas, vivencias, esfuerzos, avances y retrocesos.

Hace un tiempo que está capturada mi atención con las diferentes conductas que se van generando en el colectivo y que van quedando como parte de una cultura, que dicho sea de paso, se puede convertir en una cultura nociva. Y me pregunto…

¿Dónde está la humanidad a la que pertenecemos?

Suelo pensar que nacemos en la especie humana, pero el grado de humanidad que nos hace pleno, lo vamos conquistando cada día. Y hoy urge cultivar el don de gente; si miramos los procesos de evolución, rápidamente nos damos cuenta que estamos en una época moderna, donde todo parece más fácil, ligero, cómodo y disponible para “todos”,  no obstante a eso, una alarma se está encendiendo, esta modernidad nos está llevando a cuestionarnos la humanidad.

Deja mucho que pensar que los llamados humanos razonables, estemos haciendo cosas que  la especie animal en los mismos casos generan conductas distintas, y aun así nos jactamos en decir que somos modernizados y razonables. Veamos un ejemplo, se da en muchos animales, cuando ven que sus semejantes están en peligro, ayudan o convocan a la manada para pedir ayuda. En los humanos, cuando se ve el peligro del otro, en vez de ayudar o pedir ayuda, en muchos casos,  se atina a azuzar, grabar y publicar. Y más de uno puede decir, no todo el mundo hace eso, y es verdad.

 

¿Quién va a rescatar y a humanizar la especie?

Nos urge una ayuda, y es que sin darnos cuenta,  a nivel de sociedad estamos asistiendo a la escuela de la patología o enfermedad emocional, conductual, mental. ¿Dónde está la capacidad de sentir con el otro? ¿Cómo es que no me importa lo que le esté sucediendo a la otra persona? ¿Cómo es que una fuerza mayor me lleva a que aún pudiendo detener el final de un hecho, permito que suceda para así grabar la escena completa?  ¿Qué nos está pasando? Cuál es el código secreto que está alterando nuestra naturaleza de seres con raciocinio?

¿Será que vendrá alguien de fuera a rescatarnos? ¿O será que la misma realidad nos está llevando a darle la vuelta a los comportamientos que se evidencian cada día para ir forjando una forma más solidaria de vivir?

¿Quiénes nos anotamos para ayudarnos a despertar del letargo que nos está llevando a perder la naturaleza o especie a la que pertenecemos?  Es inminente la necesidad de hacer un cambio, algo está en desequilibrio, no podemos seguir así. Hay que crear las normas que nos recuerden la humanidad a la que pertenecemos? ¿O es un asunto de despertar y volver al origen de humanidad de la que formamos parte?

¡Oh humanidad!

Regresa humanidad, regresa, mira que te necesitamos hoy más que nunca. Pues como vamos no podemos seguir. Es importante volver a la plenitud de la que está formada la especie. Nos urge volver a encontrarnos con nuestro interior, allí donde yace lo más noble  y bueno, donde el morbo no toma parte, y  la sensibilidad tiene sentido, y están presente los sentimientos de consideración, compasión y amor por el otro ser semejante a mí.

Vuelve a nosotros humanidad, somos tus hijos e hijas, hemos nacido en ti y te necesitamos a ti. Sin tu presencia  nos comportamos como unos extraños de la especie, sin tu presencia, se cambia la razón de ser, y de tal modo vivimos y nos conducimos.

Vuelve humanidad! Y así podremos reír con el que ríe y llorar con el que llora, y experimentar que lo que a otro le pasa, me puede suceder a mí, y que si me hago solidario con otros, eso mismo lo van a hacer conmigo.

Ayúdanos a cultivar la reciprocidad que nos lleva a dar sin esperar recibir de la misma mano a quien damos.