Gheidy de la Cruz

Fuente: diasporadominicana.com

Por Gheidy de la Cruz, periodista Fundadora de Diáspora Dominicana

*Artículo original escrito para el periódico El Nuevo Día en Puerto Rico

 

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, Puerto Rico sigue siendo la puerta de entrada al sueño americano para nuestros hermanos dominicanos que ven en esta isla una nueva oportunidad de progreso.

Este fin de semana ha sido triste para nuestra diáspora dominicana, con el naufragio de una embarcación cerca de la playa Martinica, en el municipio de Aguadilla, que dejó como saldo la muerte de tres personas.

Ha sido un desafortunado evento – como ha dicho el jefe de Patrulla Fronteriza del Sector Ramey, Xavier Morales- y es que el afán y la desesperación de muchos quisqueyanos, presionados por el sistema económico del país, los impulsan a tomar las peores decisiones, aún a cuestas de perder hasta su propia vida.

De este triste episodio que enlutece nuestro pueblo, han detenido a catorce indocumentados, que se suman a los 46 deportados la semana pasada y 27 a principios de este mes de septiembre interceptados en un islote al oeste de Puerto Rico.

Entendía que, a raíz del paso del huracán María hace dos años y la crisis fiscal, ya Puerto Rico no sería tan atractivo.

¡Oh sorpresa la mía! Me he quedado perpleja ante la insistencia de mis compatriotas por embarcarse y dejarse manipular por personas que, sin el más mínimo reparo, se dedican al tráfico humano.

Odio decirlo, pero son un mal para nuestra sociedad.

Estos últimos datos me alarman y reconfirman el desaliento de un sector en nuestro país que ya no aguanta el alza en nuestra canasta familiar y un continuismo que se vislumbra por parte del partido en el poder, de cara a un nuevo proceso electoral.

Con estas hazañas, producto de múltiples factores, compatriotas dominicanos se arriesgan a perder la vida, ser capturados, procesados y deportados.

En muchos casos, los familiares hasta desconocen de esa travesía y se enteran cuando reciben una llamada de que han logrado pisar suelo boricua o, por el contrario, les llega la peor de las noticias, de que están desaparecidos o han muerto en alta mar.

Cuestiono a los que logran viajar y se llenan la boca con sandeces, no sabiendo el mensaje negativo que siembran en nuestra gente, principalmente los más vulnerables de nuestros pueblos.

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) en su informe de 2011 sobre el tráfico de inmigrantes a través del mar, el tráfico ilícito de migrantes por mar produce la mayor cantidad de muertes en todo el mundo.

A principios de este año, las autoridades dominicanas detuvieron una embarcación donde hasta un menor de 12 años estaba en ruta para Puerto Rico en una frágil embarcación que, por suerte, la Armada dominicana logró detener.

¿Hasta dónde llega esa vigilancia? ¿Qué seguimiento existe por parte del gobierno dominicano? El peligro está latente y esto no es un juego.

¿Solo nos toca orar por los muertos? No, no podemos pasarnos la vida en lamentos. Los contrabandistas están al acecho y es responsabilidad de todos, incluso de los que hemos salido de nuestro país, concientizar.

No podemos enviar mensajes erróneos de bonanzas y tampoco auspiciar familiares con envío de remesas para esos fines en una maniobra que puede ser un pase sin regreso hacia la muerte.