Por Estela Briso M.

Hoy escribo con otra tinta, y es que en el ir y venir de la vida, surgen recuerdos, a veces la nostalgia acecha y hace presencia, y salen expresiones como: antes, las cosas eran diferentes, se hacían de tal forma las cosas, la gente era diferente. Y así, surgen unos vacíos que pueden rayar en el desencanto de una época que en algunos momentos parece como si se ha esfumado.

En tal sentido, algunos se les oyen decir que los valores se han perdido, que estamos en un tiempo muy crítico, que queda poco por hacer y que sólo Dios arregla esto. Mi respuesta casi siempre es la misma, los valores están ahí, lo que pasa es que hay que desempolvarlos.

Quizás sea bueno recordar que un valor tiene que ver con un conjunto de ejemplos que la sociedad propone en las relaciones sociales y que van desde el respeto hasta las normas que comprenden una escala de acciones positivas que modelan el buen vivir, centrados en el positivismo, lo bueno, lo bello y lo justo en cuanto a los aspectos que se creen valiosos para una sociedad.

La práctica de los valores modela un aprendizaje para los más pequeños

La sociedad es igual que la familia, de la misma manera que los adultos se convierten en guías para los más pequeños en la familia, así en la sociedad tenemos padres, abuelos, tíos, hermanos, amigos y conocidos. Y los que son más pequeños se miran en el espejo de lo que los mas grande hacen. Como es en la familia así es en la sociedad.

En ese sentido, si en la sociedad existe suficiente compromiso y las buenas obras salen a la luz, los más pequeños irán tomando como aprendizaje esas buenas prácticas y se van creando unos aprendizajes colectivos, socio culturales que a la corta o larga darán sus frutos.

En la familia se van creando pautas a fuerza de repetición, en la sociedad se van creando pautas de la misma forma y todos los que viven en ella las van tomando, sobre todo, los más pequeños, quienes aprenden por imitación, repetición y ejemplo. Por ello, el mayor legado que se puede dejar a una sociedad son los valores.


Los antivalores impactan de manera tóxica a los más pequeños

Si en una familia un hijo ve a su padre tomar alcohol siempre, de seguro, ese hijo aprenderá a tomar alcohol, y esto se queda en el hijo como una herencia socio familiar, esas herencias pueden ser ancestrales, aunque actualmente no se vea, pues porque quizás porque corresponde a otras generaciones o es algo actual. En esa misma dimensión sucede con la sociedad, cada cosa que se hace de forma antiética, antimoral, inhumano o simplemente de forma inconsciente e irresponsable, queda grabado en la colectividad y como si fuera una alcancía o cuenta de ahorro se va guardando y poco a poco irán saliendo los resultados de tales comportamientos.

Los valores a nivel de disciplina se desarrollan de forma profunda en el campo de filosofía, la espiritualidad, la psicología; pero me gustaría mucho que estuviera contemplado en el pensum de la política como tal, aunque a decir verdad, me da un no se que con ese caso, pues tengo un amigo que me dice que para el mundo político muchas cosas son normales, y lo que en otras áreas del convivir humano tiene un significado, para el mundo político tiene otro.

Sin embargo, todo ser humano, político o no, ha de saber discriminar el bien del mal. Por eso, los actos de injusticia, de malos ejemplos, de enseñanzas que comprometen en buen actuar y el buen vivir, significan lo mismo en todas las partes del mundo, y es que hurto es lo mismo aquí que allá, agresión, mensajes morbosos a través de la música, de las decisiones y actos políticos, la utilización de la gente, el hacer el mal en vez del bien, significan lo mismo en cualquier lugar del mundo.

Todavía, creo que estamos a tiempo, dejar un mejor legado será un regalo que las generaciones pequeñas agradecerán por siempre. Podemos desempolvar los valores.