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Nueva York.-Con un camión bomba, Timothy McVeigh mató 168 personas en Oklahoma City en 1995, quería armar una guerra racial. Dylann Roof, en junio del 2015 mató a nueve afro Americanos en una iglesia, quería desatar una Guerra civil. Patrick Crusius, recién mató 22 en un Wall-Mart en El Paso, Texas, quería matar mexicanos.

Con Donald Trump los supremacistas blancos se sentirán más representados, pero todos los presidentes cumplen sus demandas.

Por ellos Bill Clinton inició el muro fronterizo. George W. Bush siempre los mantuvo contentos, a Barack Obama, con frecuecia un policía blanco le mataba un negro desarmado con impunidad total.

Los supremacistas blancos idearon la planificación familiar para controlar la población de pobres, cayeron en la trampa, se planificaron, su población implosiona, la nuestra aumenta.

Están bien armados, con muchísimo dinero, y llenos de odio hacia los latinos, vivimos una situación sumamente delicada.

Ellos cayeron en dos trampas de las que nadie podrá rescatarlos, pero se niegan a aceptar las consecuencias de sus propios errores en cálculos.

El error de la planificación familiar va de la mano con uno que cometió el presidente Lyndon B. Johnson con su acta de inmigración del 1965.

Ahí decidieron priorizar la “reunificación familiar” pensando en los familiares de mas de 100 millones de europeos que llegaron en los primeros 60 años del siglo.

Los europeos estaban económicamente boyantes con la inversion del Plan Marshall para la reconstrucción del continente después de la Guerra.

No tenían necesidad de emigrar.

Así llegamos los latinos, asiáticos y africanos, exactamente la población que los supremacistas blancos desprecian apasionadamente.

Muchos supremacistas blancos, son descendientes directos de los fundadores de esta gran nación, gente con los ideales más liberales del planeta, y tenían fincas llenas de esclavos.

Están políticamente representados con Trump, cualquier cosa puede suceder.