Por Estela Brioso M.

En tiempo de Navidad, como dice el cantor: “La vida cruza despacio, el tiempo pasa sin prisa, hay ternura entre la brisa que llena todo el espacio, es la Navidad hermanos, encendida de colores, el tiempo que trae amores al encuentro de las manos”. Y es que en este tiempo, los días florecen, el alma se ilumina y las realidades se matizan de alegría y de colores.

Las cosas que realizamos durante el año tienen un sentido y un por qué. Sin embargo, lo más importante es poder hacer todas las cosas con conciencia clara de para qué hacemos tal o cuál cuestión. En ese sentido, el tiempo que estamos viviendo es propicio para hacer ese inventario y a la vez para hacer un balance y retomar el pulso con la disposición de vivir un año nuevo con una conciencia más clara que nos ayude a encontrar el sentido de cada acción, actitud y emoción.

Todos los días ha de ser Navidad

En este tiempo en el que se celebra la Pascua de Navidad, se nos abren los deseos de embellecer todo nuestro entorno físico, nuestro cuerpo y reparar algunas situaciones familiares, de amistades cercanas o lejanas, en fin, es un tiempo en el que solicitamos o pedimos una tregua para embarcarnos en el espíritu propio de la Navidad.

La limpieza, la pintura, la novedad, los regalos y detalles diversos nos adornan, y hacemos el esfuerzos para poner todas las cosas a la altura del tiempo festivo, la música nos lleva a este espíritu, las entradas y salidas de visitas del exterior nos alegran la existencia, las fiestas, es decir, todas las cosas nos conectan con un tiempo, que en cierto sentido nos cambia la vida por un tiempo, pues nos hace más tiernos, simpáticos y afectivos.

Todos los días han de ser Navidad, para cultivar esas acciones que nos hacen mejores personas, para que nos aflore la humanidad, la bondad, el amor, la ternura y la belleza, empapado de la alegría y plenitud de vida. Que sea Navidad en cada rincón de nuestra alma, y que este espíritu nos motive a potenciar en todos niveles de compasión y comprensión que nos harán mejores seres cada vez.

El espíritu de la Navidad nos potencia la humanidad

Hoy día nos hace falta una fuerza que nos impulse de adentro hacia afuera y de afuera hacia dentro, y nos permita conectar con lo más valioso de nuestro ser, el sentimiento de bondad y bienestar que nos plenifica humanamente.

Este movimiento me acerca a los límites y realidades de todos mis hermanos, los que están cerca y los que están lejos, es decir, los prójimos y los demás, me hace capaz de mirar al otro con ojos de amor, me permite cultivar la solidaridad y la sororidad, que tanta falta nos hace.

La Navidad con su espíritu y su magia nos contagia de bienestar y esperanza, y así nos preparamos para cultivar cada día un mundo donde todas las personas saquemos a flote lo mejor de nosotros mismos, y estos sentimientos nos permitan cultivar una humanidad distinta.

Navidad a nivel personal y familiar

En sentido familiar, es buen tiempo para seguir cultivando los valores que nos unen a nuestro sistema de familia, acoger a los que están, a los que llegan y recordar a los que se han ido. Conectar con aquello que es propio de nuestro sistema y hacernos el propósito de dar lo mejor que podamos poseer, para hacer el mejor aporte a la sociedad en la que nos ha tocado vivir.

A nivel personal, es el tiempo propicio para revisar el equipaje y saber qué es necesario soltar, renovar e integrar. Al ver todo, podemos revisar y despedir aquello que ya no me hace ningún bien, pues muchas cosas ya han llegado a su grado último de caducidad, y por lo tanto no pueden durar ni un minuto más en nuestro ser pues se convierten en toxico que nos destruye integralmente.

Si la Navidad genera tanto bien en nuestras vidas, ojala que sea Navidad todos los días.