Por Estela Brioso Mejia

Desde el inicio de la creación, creo que hubo un deseo oculto, o más bien, muchos deseos, y cada elemento que compone la creación, lo manifiesta, y en cierto sentido, hay un gran deseo y muchos “deseítos” que se desprenden o se suman. Creo que desear va más allá de las meras necesidades.

Deseo viene del latín desidium, deseo es la acción y efecto de desear (anhelar, sentir, apetencia, aspirar a algo). Es el movimiento afectivo o impulso hacia algo que se apetece. Es el anhelo de cumplir una voluntad o saciar un gusto.(Diccionario Larum, 2012).

El deseo puede ser ubicado desde diferentes áreas de la vida, a nivel social, sexual, afectivo, cultural, familiar, laboral, en fin, este puede darse en varios aspectos y cada uno tiene una implicación y un efecto a la hora de concretizarse. aquí veremos a nivel integral.

Las motivaciones para tener un deseo pueden ser muy variados: en ocasiones se vincula con un recuerdo, en otras preside a una necesidad, en algunas cosas se da por el resultado de una vivencia anterior que fue agradable. Puede ser una comida, bebida, por ejemplo. También puede ser el caso del recuerdo de una persona, al escuchar una voz parecida, ver el físico, similar perfume, a través de un objeto, palabra o lugar, todo ello puede activar el deseo de ver a compartir con esa persona.

El deseo, forma parte de la esencia humana. Se acrecienta con el tiempo y disminuye con el mismo tiempo. Sin embargo, es algo que nos posee a todos y todas, poder darle paso en nuestras vidas según la medida en que lo necesitamos y en que lo podemos administrar para un mayor bien, siempre será de gran satisfacción.

El deseo social nos conecta desde distintos lugares

Hay deseos que nos unen con otros seres humanos en una misma geografía y otras diferentes. Por ejemplo, puedo desear paz en mi país, y al mismo tiempo puedo desear la misma cosa para otro lugar distinto al mío. De ahí viene la solidaridad a nivel del deseo de bien con otros aunque no los conozcas. En ese sentido, puedo unirme desde la fuerza que contiene al deseo, y en eso, la humanidad completa puede estar en conexión desde un ideal religioso, político o cultural, humanitario.

El deseo unido a un festejo o celebración

Es lo que sucede en épocas como la navidad, donde las personas recibimos un espíritu transformador, el cual nos cautiva, apareciendo en nosotros mayor comprensión, amor, manifestación de afecto. En este tiempo, los deseos son de forma colectiva hacia el bienestar para todos, y desde el más pequeño hasta el más adulto extiende deseos de felicidad a los demás. Es un deseo que sobrecoge todo nuestro ser, y nos impulsa a un bien mayor, y así sale un “te deseo feliz navidad, o te deseo felices fiestas o espero que se cumplan todos tus deseos”.

Con esto queremos decir, que el deseo no siempre hace protagonista a quien lo siente, y en el día a día somos testigos de esto, por ejemplo, cuando alguien cumple años solemos desearles buenas cosas, si alguien se casa, o se gradúa, o si recibe algún reconocimiento; lo mismo si la persona está con situación de salud sale el “te deseo que sanes pronto o que mejores”. Y así podemos citar una serie de momentos donde exteriorizamos nuestros deseos, el cual siempre es desde dentro hacia lo externo.

Cómo magnetizar un deseo

Trabajar la concreción de un deseo es algo fácil, pero en ocasiones puede conllevar de todo un arte. Es más fácil desear cosas a otros y si se cumplen o no, no es cosa nuestra, pues la misión fue deseárselo. Sin embargo, cuando el deseo es para uno/a mismo/a, entonces es preciso aprender a gestionarlo para ver su concreción. En ese sentido, ayuda mucho identificar lo deseado, al mismo tiempo aprender a categorizar y saber en qué medida es asequible.

Consciente de que lo deseado me desea, y cuando este va hacia el bienestar existe mayor posibilidad de concreción. Por eso, lo pido, visualizo, pienso, siento y salgo tras él, al final agradezco. El deseo es el impulso que me mueve.