Por Estela Brioso M.

El amor es como una fuente que se abre para abastecer los ríos. Y ya lo expresó M. Gandhi cuando dijo: “Allí donde hay amor hay también vida”, es decir, el amor es la vida, es la madre de las capacidades, de los valores, es una fuerza más grande que cualquier creación humana, es tan inmenso su significado, que no hay forma de definirlo. Donde hay amor aparecen otras fuerzas positivas, las cuales, permiten avanzar en el camino de la vida.

Esta creencia es la que me mueve a presentar esta reflexión hoy día, pues, en días anteriores me vi envuelta en una conversación con unas personas que, llenos de pesar, expresaban el miedo con que viven en su ciudad, por la inseguridad social que ven manifiesta. Eso me llevó a pensar en cómo vamos a seguir, qué nos pide hacer esta situación, qué estamos aportando para que sea diferente esta realidad? En fin, me recordé a mí misma esta expresión: si hay amor, no hay temor.

“Allí donde hay amor hay también vida”

No conozco el trasfondo que llevó a Gandhi a expresar esta frase concretamente, lo que si conozco es la historia y búsqueda, que en sentido general fue moviendo su vida, eso que la historia nos va contando de este hombre de bien, quien creyó profundamente en la búsqueda de la paz, sin manifestación de violencia, pues comprendió que no hay arma más poderosa que el amor, para conquistar la paz, la equidad y la justicia.

Allí donde hay amor, hay valentía, la vida se respeta, no hay temor a nada ni a nadie, pues todos los seres andamos en la misma sintonía, por eso, la expresión de que si hay amor, no hay temor. Pues el temor viene dado por la inseguridad, por la duda, por la falta de confianza en las personas, en sus expresiones y actitudes.

 

“Ama y haz lo que quieras”

San Agustín, hizo de esta, una de sus frases célebres, amar y hacer lo que quieras, porque si hay amor, no habrá ninguna realidad que salga de esta sintonía, ya que el amor, es una escuela que va certificándonos en diferentes asignaturas, al mismo tiempo es una ciencia que no se agota, y de la que nadie se gradúa, pues todos los días hay que inscribirse en una materia nueva.

Sin embargo, hay algunas actitudes, emociones y acciones que no caben en esta escuela, y de hecho, es lo que nos va enseñando, es decir, si aprendo a amar voy a ir aprendiendo a respetar, considerar, valorar, cuidar, servir, apoyar, acompañar, en fin…

El amor propicia capacidades innumerables

Hay muchas capacidades en nuestro ser que están desconocidas o en desuso, esto porque, por la carrera con que llevamos en la vida, las prisas mezcladas con la desconfianza, el temor, el ruido, y tanta falta de humanidad que vemos en nuestros contextos, nos van, no solo, haciendo personas temerosas, sino también, nos van cerrando los canales de fluidez interna y desarrollo de nuestro ser, que además, se ve muy abatido por la rutina, la permanencia en la zona de confort, los condicionamientos, los egos y las creencias que día a día nos llegan, y si nos descuidamos, se pueden hacer memorias en nosotros.

Por eso, cuando se van cambiando los chip, algo nuevo va sucediendo, y es que, el mismo cerebro proporciona hacer cambios significativos, las células van tomando la información y todo el ser se va nutriendo de esta nueva manera, de tal modo, que, se van drenando nuevos químicos en los neurotransmisores, dando inicio a una fluidez de capacidades nueva y plena, y estas nos van guiando hacia nuevas actitudes, creencias y hábitos.

El amor y la gratitud atraen prosperidad

Dicho lo anterior, es importante recordar que, siempre nos quedan posibilidades, otras opciones y nuevas decisiones. Por tanto, ver cuál es la semillita que puedo plantar hoy, es una opción, hacer el cambio de pensamiento, actitud y renovación en las emociones, es otra posibilidad.

Aportar en los más pequeños nuevas formas de trato, maneras creativas y saludables de convivencia, es otra decisión. Amar y agradecer, es otra opción.