Imágenes: Juan de Dios Valentín

La escritora dominicana Milena Delgado hace dos años abrió su alma para contar las vivencias que sirvieron como bálsamo ante el duelo por la pérdida de su hijo Junior en el libro “Belleza Oculta”. En esta ocasión trae otra propuesta, “Los Cajones del Alma”, en las que las vivencias reales de otras personas (con nombres ficticios) son esbozadas como una manera de motivar al lector a una especie de remozamiento de su interior. La obra fue presentada a mediados de año en la Feria Internacional del Libro de New Jersey, Estados Unidos, donde reside y recientemente en Santo Domingo y en su pueblo, Constanza.

Afirma que escogió el nombre del libro porque para ella el alma es como un cofre lleno de sorpresas y regalos. “Un lugar donde guardamos los más profundos secretos y en donde atesoramos vivencias, experiencias y recuerdos de esos diminutos momentos que llamamos vida. Un cajón es un recipiente para guardas cosas, y es abierto en la parte superior, lo que facilita colocar cosas dentro —la mayoría de las veces innecesarias— que, a la larga solo sirven para ocupar espacio.  Cuando comparé esta definición con lo que los seres humanos guardamos desde el momento de nacer, surgió la idea de que en nuestro interior guardamos sentimientos redundantes que normalmente nos hacen la vida más pesada. He aquí la razón por la cual escogí Los cajones del alma como título de este libro”.

La escritora habló de la necesidad de abrir los cajones del alma ya que “por décadas, las personas se han convertido en coleccionistas de tragedias: andan por la vida buscando una pena para secuestrarla en sus adentros. Coleccionan tanto que a la larga se hacen carceleros de su propia vida”. Manifestó que quiere motivar a los lectores a limpiar, organizar y administrar de mejor forma esos estancos donde al pasar de los días se acumulan olvidos y vacíos. “Espero que entren a la habitación del recuerdo con la firme decisión de desempolvar sus cajones y que hagan las paces con esos sentimientos”.

Dice que logró recopilar estas vivencias de personas cercanas a ella y que “tenía como para escribir un compendio de 600 páginas, para no exagerar; historias personales y muy cercanas a mí. Pero preferí mostrar una pequeña dosis de estas vivencias para no cansar al lector, con el objetivo de que Los cajones del alma tenga una segunda parte o quizás una secuencia de libros, no sé si es un don que tengo, pero las personas confían en mí, aun sin conocerme personalmente. Se acercan para contarme esos secretos guardados en los cajones de su alma, eso me hace sentir muy orgullosa porque, como parte de mi aprendizaje y búsqueda espiritual, es lo que anhelo mostrar: que las personas puedan ver lo que Dios ha hecho en mi vida”.

Ante la pregunta de si se enferma el alma, afirma con convicción, “estoy muy segura de que sí. El alma duele y el dolor escondido se convierte en enfermedad. Porque las heridas tapadas se infectan. Las heridas, por pequeñas que sean, si les pones una venda, con el tiempo se van empeorando y causando más malestar. Uno de los sentimientos que más enferma el alma es la amargura; es como un veneno que se riega por todo el cuerpo y se adhiere al alma a tal grado que echa raíces internas”.

Los Cajones del alma finaliza con una historia familiar de la propia autora, Delgado reconoce que lo pensó mucho antes de publicar esa historia, “fue algo que marcó mi familia de una manera muy dolorosa y triste, pero ese proceso también nos mostró las grandezas de Dios. Son de las cosas que pasan en la vida pero que uno siente que nunca va a tocar tu casa o tu familia. Entonces, tanto el proceso como la liberación de este son una lección de vida que hay que compartir, para decirle a otros que hay esperanza y que cada situación que nos toca tiene un propósito divino. No existe un manual que nos enseñe a vivir situaciones así, lamentablemente solo tenemos dos opciones, ahogarnos o nadar para salir a flote, y nadar fue mi opción hasta el día de hoy”.