Por Estela Brioso M.

La bandera de un país va tejida en el alma de sus integrantes, del mismo modo, puede estar tejida en aquellos que aun no siendo de ese país, sienten gran simpatía y amor por él.

Estela Brioso M.
Psicóloga- Teóloga- Terapeuta Familiar

En el Continente Latinoamericano, antes de la emancipación de sus pueblos, todo era una sabana, es decir, extensiones de tierra sin ningún límite o deslinde de fronteras (Dussell, 2005). En tiempos coloniales, luego los pueblos fueron haciendo procesos libertarios y empezaron a aparecer las fronteras y sus banderas.
La bandera, de alguna manera se muestra como un símbolo de identidad y pertenencia a un terruño. Y dentro y fuera de este, la bandera muestra mucho de lo que uno es.

Durante el año, los pueblos recuerdan fechas memorables y para mostrar de forma consciente esta memoria histórica enarbolan sus banderas, en las instituciones, clubes y casas y otros espacios. Con ello se muestra que, los pueblos tienen una cara de presentación que va desde sus símbolos patrios hasta el compromiso y amor que los hijos de una patria tienen por ella.

 

La bandera es más que un pedazo de tela, papel o plástico

El sentido de pertenencia va desde el propio ser, y este pasa por la familia, la comunidad, el país y el mundo. El hecho de pertenecer en este momento histórico a un pueblo, conlleva de amor, compromiso y cuidado.

Y en ese sentido, vienen a mi mente muchas preguntas y reflexiones al mismo tiempo, pues, son muchos los acontecimientos que estamos viendo en nuestros pueblos, y nace la sensación de pensar ¿Hacia dónde vamos? Habrá un retorno que nos lleve a conectar con la esencia de lo que somos, nuevamente? Quiénes estamos llamados a hacer este retorno?
Y me devuelvo la respuesta, la bandera es más que el material de lo que está hecha, si lo que ella simboliza no me conecta con el amor y el cuidado al pueblo que representa ¿De qué vale mostrarla en unas fechas más que en otras? El mostrar la bandera no contiene el milagro ni la solución, hace falta el compromiso amoroso por cuidar día a día nuestro suelo.

La bandera bordada en el alma lleva a un cuidado especial

El amor por sí mismo/a responde al amor por la tierra que nos vio nacer, nos sostuvo y nos permitió ser y pertenecer, este amor va seguido de un compromiso y cuidado, pues ¿De qué vale izar la bandera, si luego: muerdo, pateo y maltrato de tantas maneras a mi tierra?

Cuando la bandera está izada en el alma, me siente el compromiso constante de cuidar, apoyar y dejar el mayor legado en esa tierra que nos vio nacer, crecer y ser.

Ese cuidado va seguido de muchas actitudes, creencias, pensamientos, y proyectos diferentes en favor de un pueblo, pues un hijo/a no debería ser desleal y malvado con quien le dio la vida. Pues lo mismo, un hijo/a no debería descuidar, herir, empujar al precipicio y mucho menos matar la esperanza del pueblo que le vio nacer y le dio una identidad.

El cuidado, es una práctica necesaria de repasar día a día, y el cuidado por el pueblo debe sentirse en las entrañas del ser, y se va a mostrar y a revertir de forma positiva para todos/as.

Izar la bandera desde el corazón conlleva de mucho

Sentir el orgullo patrio, el cual va desde el cuidado, sentido de pertenencia y lealtad a lo que se es, por eso, no es lo mismo decir yo vivo en ese lugar, a decir, yo pertenezco a ese lugar.

El sentimiento de felicidad y orgullo es más cuando uno se siente ser parte, y para ser parte no basta decirlo, es importante sentirlo, vivirlo y presumirlo. Y todo esto conlleva de acciones de amor muy puntuales y cuidado amoroso, expresado en la cotidianidad.

Yo cuido a mi pueblo cuando soy capaz de velar por el orden, la educación, el cultivo y vivencia de los valores, cuando soy fiel y leal, siento, sueño y celebro todos los días la vida, y como dice Axel en su canción “deja en esta tierra tu mejor semilla, celebra la vida”.

Buena vida! y aquí les compartimos la canción de «Celebra vida»