Por Estela Brioso M.

Hablando con una amiga y escuchando su historia de vida me he inspirado en escribir estas líneas, porque descubro que la vida tiene coordenadas que muchas veces la lógica humana no alcanza para comprenderla en el instante, sin embargo, nos queda claro que hay una conciencia mayor que es más poderosa y se encarga de hacer movimientos por encima de lo que la mente puede crear en un momento determinado.

Conectar experiencias vividas nos abre caminos

Recordar la historia social nos garantiza no volver a repetirla, dicen los entendidos, de igual forma, sucede, entiendo, con la historia personal, el recordarla nos ayuda a mantener la conciencia despierta, pues no puede existir algo más desleal con uno mismo que olvidar el propio origen.

Desde lo que somos, podemos reinventar un mundo mejor para nosotros y para los otros, sentimos la capacidad de comprender las historias personales, a veces dolorosas, que viven tantos seres humanos en el día a día. Desde la propia historia percibo mejor los acontecimientos o noches oscuras de otros, sin embargo, si me descoloco de mi propia experiencia se haría difícil tratar con justicia y comprensión a otros desde la suya.

Levántate y sigue adelante

En libro primero de Reyes 19:5-8, aparece un episodio en el que el profeta Elías, había sido amenazado de muerte por profetas de Baal, y se escondió en una cueva, entonces apareció un ángel que le tocó y le dijo: Levántate, come, Elías miró, y en su cabecera había una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; él comió y bebió, y volvió a dormirse. Y el ángel nueva vez le tocó, diciendo: Levántate y come, porque es largo el camino que te resta. Se levantó, y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

El episodio revela la realidad que podemos vivir en un momento determinado usted y yo, cuando estamos pasando por situaciones críticas, por experiencias marcadas por carencias, en el cualquier ámbito de la vida, ya sea físico, emocional o espiritual, y muchas veces, la tentación es entrar en una cueva o bien caer en letargo.
Sin embargo, hoy tenemos una invitación y es lo que queremos dejar subrayado en esta reflexión, el permanecer con la memoria atenta a las propias raíces, sin olvidar que los momentos de dificultad forman parte de una enseñanza que se convierte en alimento para seguir el camino, no importa que tan largo sea.

Levántate, toma tu historia y sigue…

Al levantarme y tomar mi historia, veo todos los avances que he tenido, los aprendizajes, los caminos recorridos, las ganancias, las pérdidas, todo forma parte de mi ser, todo suma, todo soy yo, y en ese reconocimiento conecto con la humildad que me regala grandeza y sabiduría, y desde ahí voy haciendo mi gran aporte a la humanidad, dejando mi semilla, la que dará sus frutos, entonces, habrá valido la alegría vivir.

Tomar la historia, si, esa que nos ha tocado amasar, con los momentos que he estado en la cueva; esos que luego me han inspirado a escribir, transcribir, vivir, pues en cada acontecimiento se va gestando una memoria nueva, y aunque sea dura o difícil, deja una instrucción, y de eso se trata, de aprender, de enseñar, de crear y creer.

Levántate, recuerda tu historia y sigue…

Levántate y recuerda, toma los aprendizajes, valora cada día desde la conciencia despierta, oye todas las voces y toma aquellas que direccionan la vida hacia la plenitud.

Hoy, estas palabras van para ti, que me inspiraste esta reflexión, y el recordar lo importante que es vivir cada día con sus afanes, cada nueva experiencia como si fuera la última, vivir aprovechando el regalo que tengo ahora, que se llama presente; te agradezco.

La invitación va también para quienes pensaron que han llegado a su último momento, en su salud física, emocional o espiritual, en su matrimonio, trabajo, relaciones interpersonales, a ti que la depresión te azota, que las bajas económicas no te dan respiro, que tienes dificultad con tus hijos, o con tus padres, con la vida, a ti te digo: levántate sigue adelante, el camino te espera.