Hace mucho tiempo que en ocasiones me he quedado estupefacto por el lenguaje poco refinado y el contenido poco formativo utilizado en algunos medios, principalmente en la radio y la televisión. Si es cierto que la incipiente democracia en que participamos y la modernidad de la tecnología nos confieren prerrogativas, con ellas deben comparecer conjuntamente un sin número de compromisos ciudadanos colaterales situados dentro de los cánones de respeto que requiere una audiencia diversa que incluye niños, adolescentes y jóvenes en etapas formativas.

Cuando rompemos las reglas que garantizan el respeto y la convivencia pacífica en la sociedad, provocamos caos en la colectividad.

Sospecho que el lenguaje utilizado hoy en día en los medios y en las letras de nuestra música es un reflejo directo de nuestra descomposición social.
¿Será que nos están programando para la decadencia y los antivalores para gobernarnos más fácilmente?

Nos estamos acostumbrando a lo profano, al tono alto, al lenguaje corporal agresivo y a la informalidad repleta de desmanes que se entronan como un mal de nuestros tiempos. Me preocupa que en algunos programas se habla con irrespeto y con epítetos toscos y se expresa irritación de una forma libertina, al parecer con motivos catárticos, pero siento que las ideas pierden solvencia convincente y lastiman la sensibilidad y la psiquis de muchos niños adolescentes, jóvenes y adultos, dejando sedimentos sociales improductivos.

El comunicador en Radio y Televisión tiene un compromiso solemne con la sociedad para la cual trabaja, donde no deben tener cabida los improperios ni el mal gusto.

El lenguaje que destinamos para reprochar los males puede ser incisivo, sin necesidad de ser huérfano de los cánones de moral y esencia púdica. Con la programación se programan las mentes. ¿Qué estamos sembrando con programas improvisados que constituyen una falta de respeto al televidente?

En resumen, hay que dejar de ver, apoyar, promover y compartir un material que consideramos carente de buen contenido y reñido con la moral y las buenas costumbres, de lo contrario estamos promoviendo lo que decimos censurar.